Cuando se recuerda a la Argentina, posiblemente se hable de dos episodios importantes y no necesariamente positivos por los que el vecino país tuvo que atravesar. Estamos hablando de la Guerra Sucia, denominada oficialmente como tal, a partir de 1976 la cual consistía, básicamente, en el golpe militar que que diera inicio a lo que se autodenominó el Proceso de Reorganización Nacional, teniendo como base, la funesta consumación de una política represiva bajo el perfil de un terrorismo de estado conocido también como Guerra Sucia y, no obstante, se recuerda también la última crisis monetaria pronosticada e insalvable en aquel momento.
Son cruentos los episodios militares cuando estos se empoderan cegándose de sus armas para lograr el caos y la represión controlables si existiese una “cultura del manejo militar”, para dejar de lado todo enamoramiento por la violencia, y operar estratégicamente las armas, puesto que el punto final radica allí, en una arma destructora y en otra psicológica la que, finalmente, desbordó de malicia cuando atacaron, tal cual militares peruanos en plenas zonas grietas del Huallaga, cuando bombardeaban sin blanco para poder “matar” o “acabar” con los terroristas no hallados geográficamente. ¿Quién dijo que por miles tenían que pagar cientos de miles?
Ciertamente, nada justifica el abuso militar implantado por las guerrillas argentinas que fueron surgiendo bajo contextos mundiales provocadores como la guerra fría, anticomunismo, movimientos de liberación nacional, auge de la guerrilla, o por fanatismos políticos y revoluciones independientes desde Fuerzas Armadas Revolucionarias, Ejército Revolucionario del Pueblo, Montoneros, o los derechistas extremos de la Triple A.
Todo este régimen de violencia llevó a la población al terror y la barbarie: violencia, persecuciones, desapariciones masivas, represión ilegal, tortura en campos de sadismo, manipulación de la información y terrorismo de Estado, factores que caracterizaron a la dictadura militar
El nombre de Proceso de Reorganización Nacional, apunta al carácter ilegal que se suscitaba en la Argentina de aquellos años. Lo que se quería era lograr el enfrentamiento completo hacia las organizaciones guerrilleras, es por ello que se uso el sistema totalitario de combate, y como dirían algunos personajes peruanos aliados al terrorismo: “Toda guerra arrasa, también con inocentes”. El uso de la violencia y su extensión contra objetivos civiles, partió de las Fuerzas Armadas pero, sin embargo, partió desembocó trágicamente en su mismo punto de partida: los civiles argentinos...inocentes y desligados del problema
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