Un arribo sumamente calculado es el que hiciera “Papá Piraña”, la madrugada del miércoles cuatro de octubre. Esta vez, no hubo hombre de prensa alguno que no luchara por su nota, como si se tratara de la llegada de alguien que se hubiese ido del país con honores y glorias, y regresara a pedido nuestro… paradojas de nuestra cultura.
Algunos de nosotros fuimos testigos de una amnesia cada vez más pronunciada del pueblo, que siempre se encierra en su avasallador cliché: “más me pegas, más te quiero”. Olvidamos absolutamente todo, nada podría parecer inaudito ni imposible. Así, por ejemplo, podemos volver a tolerar ex mandatarios que, en su momento, tuvieron como característica la incapacidad al más alto grado pero, sin embargo, hoy se encuentra instalado en palacio… ¡increíble¡
Ahora viene Beto, el que alguna vez, en los inicios de su carrera, se desempeñara como un notable periodista, esforzado y concienzudo quizás, pero que, con el paso al protagonismo televisivo, se excediera en acentuar la imagen simplista del ya famoso “peruano mediocre”, acostumbrado a depredar para llegar a una sima ficticia y barata. La “cultura del más vivo”, es decir, la cultura “Beto Ortiz”, vuelve y se vanagloria junto al vulgo que no conoce de respeto al prójimo, de consideración por la honra, de Ética Profesional.
Al parecer, los problemas judiciales lo tienen sin cuidado, porque claro está, el tema va a pasar, una vez más, por alto. Tanto así que, otra vez, “coquetea con la TV”, como le dice un Bayle dócil cuando se refiere a su retorno a televisión. ¿Acaso estamos frente a una mampara “basura” que algunas veces nos arruina la vista con sus contrataciones de “medio pelo”?. Ortiz ya manchó su carrera, no hay vuelta atrás: murió el periodista, nació el payaso… ¿Por que tenemos que perdonar? ¿Acaso no hay gente capacitada para elevar el nivel tan alicaído últimamente?
Los profesionales de la Comunicación, deberíamos analizar el tema antes de “brindar” un apoyo como lo hacen muchos otros, mediante sobonas entrevistas que lo único que hacen es enfrascar surating, a costa de un consentimiento de las faltas éticas en la profesión.Ahora ¿Quién es quien?
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